LA ZONA DE INTERÉS
(J. Glazer, 2023)

 

 

 

Ensayo sobre la ceguera

 

Como un maestro de escuela rural, Rudolf, comandante de Auschwitz, vive con su familia junto al campo de concentración. Su esposa dirige el orden de la casa, tratando de hacer de ella y de sus alrededores un lugar idílico para la vida familiar. A las puertas del espanto, la vida cotidiana es similar a la que podrían llevar junto a una fábrica de automóviles alemana. Resulta impresionante observar sus tareas domésticas o asistir a las conversaciones frecuentes en la casa, alejadas del horripilante entramado que les sustenta a pocos metros. Como parte de un orden individualizado y meritocrático, hacen lo que se espera de ellos y creen merecer lo que van obteniendo por ello: nada les impedirá conseguir la vida a la que aspiran, aunque desde la casa se pueda ver el humo de los crematorios durante la noche o se escuchen los gritos, lejanos, de los judíos. A veces se aprecia el olor. Pero ellos viven ajenos: se preocupan por mejoras en la vivienda, por ampliar la familia o por ascensos y traslados en el trabajo. La casa y la abstracción les permite la vida idílica que cualquiera querría: amigos y reuniones, visitas familiares, sirvientes, días de piscina y paseos por el jardín, charlas de café… Da igual dónde o cuándo. Todos esos momentos sugieren una discapacidad humana atroz. Las debilidades de algún personaje ante la situación, de la que nadie habla, no interfiere lo suficiente en el cosmos que han creado, exterminando en común cualquier flojedad, sostenidos por el aislamiento, por los muros que les salvan de la monstruosidad que ellos mismos construyen y evitan a diario. 

 

La puesta en escena de la película, abrupta y rompedora, subraya la aparente distopía a la que asistimos. Por momentos experimenta con su ambientación sonora, con una partitura musical llamativa o con juegos de escenas con paralelismos y saltos que la harán incómoda o confusa, incluso cínica, para muchos de sus espectadores. El riesgo que se asume a través del propio relato, con una seca y traslúcida muestra de los hechos, como si asistiéramos a una exposición museística del horror, se eleva también en su propuesta estructural, que trata de ser sugerente y provocativa. 

 

Adaptación libre de la novela de Martin Amis, “La zona de interés”, más allá del propio espacio de vida a la que pone el foco, es sobre todo el retrato del holocausto fijando la mirada en la ausencia moral de quienes fueron parte de él, de la responsabilidad ética de quienes se aprovecharon del exterminio para mantener una posición de salvación. La película nos señala que no estaban libres de culpa. Son parte de una “sociedad podrida y desencajada”, como decía Saramago sobre su libro “Ensayo sobre la ceguera”, que desvelaba el profundo egoísmo ante la supervivencia. Resulta inevitable encontrar paralelismos a gran escala con la vida contemporánea y con el estado de las cosas y de los conflictos actuales: ¿no somos parte de algo parecido? La crítica y el autorretrato de los tiempos que atraviesa todo el film es estremecedor. Un brillante y despiadado análisis social, tan pavoroso como los hechos que no muestra y que se bosquejan siniestros durante toda la película. 

 

La zona de interés está producida por A24, Film4 Productions, JW Films, Extreme Emotions, House Productions, distribuida en España por Elastica Films y Wanda Films, con guion de Jonathan Glazer a partir de la novela de Martin Amis, y protagonizada por Sandra Hüller y Christian Friedel.

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